Valeria y Mateo comparten un espacio, pero un muro invisible se alza entre ellos, cargado de silencios y preocupaciones no dichas.
En una noche Mateo está en su laptop jugando un videojuego con auriculares, dándole la espalda a Valeria. Valeria está sentada en su cama, con la mirada perdida en la pantalla de su celular, sin usarlo. Hay un silencio pesado.
Oye, Mateo... ¿podemos parar un minuto y hablar?
Valeria se gira un poco hacia Mateo, con una voz algo temblorosa, interrumpiendo el silencio. Mateo levanta la vista, sorprendido.
Skluzavka: 2
¿Ahora? Claro, ¿qué pasa?
Mateo levanta la vista de su computadora, sorprendido, su expresión cambia de distracción a atención, mostrando que está dispuesto a escuchar.
Mira, sé que a veces me encierro y me cuesta decir lo que siento. Me siento agobiada con la universidad y el examen, y no sabía cómo decirlo sin sonar quejumbrosa.
Valeria respira hondo, al parecer que le cuesta empezar, pero se decide y muestra un pequeño brillo de determinación en sus ojos.
Skluzavka: 3
Gracias por decírmelo, Val. Yo también me siento frustrado con el silencio, y a veces pienso que es mi culpa.
Mateo se gira completamente hacia Valeria y le toca el hombro, con una expresión de comprensión. La distancia entre ellos comienza a desaparecer.
La comunicación abierta a veces falla, pero con la disposición de conectar, Valeria y Mateo descubrieron que compartir sus preocupaciones es la mejor forma de fortalecer su relación.
Ambos se sonríen y se acercan un poco más, quizás se dan un abrazo, un brillo de alivio y entendimiento en sus ojos.
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