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- El clis de solManuel González Zeledón
- Dende ese entonces le cogió un desasosiego tan grande que aquello era cajeta: no había cómo atajala, se salía de la casa de día y de noche
- Pa no cansalo con el cuento, así siguió hasta que nacieron las muchachitas estas. No le niego que a yo se me hizo cuesta arriba el velas tan canelas y tan gatas, pero dende entonces parece que hubieran traído la bendición de Dios
- Bien, ¿pero idiái?
- Idiái qué? ¿Pos no ve que jue por ber ispiao la mama el clis de sol por lo que son canelas? ¿Usté no sabía eso?
- No lo sabía, y me sorprende que usted lo hubiera adivinado sin tener ninguna instrucción.
- Pa qué engañalo, don Magón. Yo no juí el que adevinó el busiles. ¿Usté conoce a un mestro italiano que hizo la torre de la iglesia de la villa? ¿Un hombre gato, pelo colorao, muy blanco y muy macizo que come en casa dende hace cuatro años?
- Pos él jue el que me explicó la cosa del clis de sol.
- No, ñor Cornelio.
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