NO OYES LADRAR LOS PERROS
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- NO OYES LADRAR LOS PERROS
- No se ve nada
- Si, pero no se ve nada.
- Tu que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal.
- Ya debemos estar llegando a ese pueblo, ignacio, fijate si no oyes ladrar los perros
- -Bajame, padre.-Si
- -¿Te sientes mal—Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide.Dicen que allí hay un doctor.
- —Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre.
-
- —Tengo sed. Dame agua.
- —¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque lahubiera, no te bajaría a tomar agua.
- La cara del viejo,mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente, yaque no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.
- —¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre,¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Pareceque, en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve?
- Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre elsudor seco, volvía a sudar.
- —¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con estaesperanza.
-
- Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretarlas rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolos de un lado para otro. Y lepareció que la cabeza, allá arriba, se sacudía como si sollozara.
- TORRES RAMIREZ REBECA 1E1
- Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venidososteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partesladraban los perros.
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