El oráculo de Delfos y su incidencia en la tragedia de Edipo Rey.
¡Pues hay que encontrar al asesino!
¿Por qué llegó la peste a Tebas, cómo puedo ayudar a mi pueblo?
El Oráculo de Delfos sugería que el origen de los males era un asesinato sin resolver: la muerte de Layo.
Tiresias:
Tiresias, por qué no quieres hablar?
Tú y Creonte me están traicionando
No te gustará lo que vas a escuchar pero, tú eres el asesino de Layo.
Creonte y Yocasta:
Edipo no creas en las predicciones del oráculo, podemos cambiar el destino.
Hace muchos años el oráculo me dijo que mataría a mi padre y que me casaría con mi madre. Por esta revelación me alejé de mis padres Pólibo y Mérope, reyes de Corinto y cuando me alejé maté a un hombre en un cruce de tres caminos…
La peste estalló en Tebas y la gente estaba muriendo. Desesperados, todos fueron al ágora a buscar la intervención del rey Edipo. Para comprender la causa y la cura de tan terrible flagelo, Edipo solicita la ayuda de Creonte, el hermano de su esposa Yocasta.
Edipo se entera de la verdad:
¿Pero cómo pasó esto??? No lo puedo creer
En realidad su padre era Layo...
Los griegos creían mucho en las predicciones de los oráculos y adivinos. Por esta razón, Creonte aconsejó a Edipo que consultara al adivino ciego Tiresias para saber qué destino le esperaba. El viejo adivino no quería decir lo que veía; cuando finalmente habló, Edipo pensó que estaba siendo traicionado por su cuñado.
Creonte y Edipo discuten acaloradamente, hasta que se hace presente Yocasta (esposa de Edipo y viuda de Layo). Yocasta le hace saber que Layo murió en manos de unos bandidos en el cruce de tres caminos. También le anima a no temer de las profecías del oráculo, ya que en tiempos pasados este predijo que Layo y ella tendrían un hijo que mataría a su padre y se desposaría con su madre. Para evitarlo, se deshicieron de la criatura.
Un mensajero aparece para anunciar que Pólibo ha muerto. Edipo descubre que no es hijo de sangre de Pólibo, ya que el mismo mensajero le explica que lo recibió de un pastor cuando era niño y lo entregó al rey de Corinto. Inmediatamente, hacen comparecer al pastor quien, finalmente, confiesa que ese niño se trataba del hijo de Layo, y que este se lo había confiado para que lo matara. Sin embargo, tuvo piedad de la criatura y lo entregó al mensajero confiado de que se lo llevaría lejos de allí.