Hacia fines de 1942 la suerte de Adolf Hitler comenzó a cambiar. El ejército soviético empezó a ganar las batallas en el frente oriental, y en 1943 y 1944 los aliados Estados Unidos se habían incorporado a la guerra en diciembre de 1941. El 30 de abril de 1945, se suicidó junto con su esposa Eva Braun en su búnker de Berlín.
Desde su visión racista del mundo, procuró revitalizar a Alemania. Entre sus principales objetivos estaban el fortalecimiento del ejército y la promulgación de medidas antijudías. El 1 de septiembre el ejército nazi invadió Polonia, lo que provocó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y el inicio de sucesión de victorias militares que incrementaron significativamente el prestigio de Adolf Hitler.
Adolf Hitler veía en los judíos enemigos ideológicos y un peligro para Alemania y para el mundo en general. También los percibía como los principales responsables de la democracia, el liberalismo y el socialismo, ideológias diametralmente opuestas a sus propias convicciones.