Por tus faltas, Prometeo, te haré montar esta roca una guardia ingrata, no tengas esperanzas pues Zeus es inflexible y duro
Apresúrate a rodearle en cadenas
No vas a librar este artificio, Prometeo.
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Siendo Dios sufro de los dioses, compadécete de mi, éter divino.
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No temas, el eco del hierro me ha provocado pudor y de sólo mirarte lloro, las nuevas leyes son crueles, ¿Quién fue el Dios que te hizo esto?
No puedo decirte, me necesita el príncipe de los felices.
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Las palabras son médicos para la enfermedad de la cólera. Me retiro.
Quiero aconsejarte hay un nuevo tirano entre los dioses, pero si dices palabras duras y aceleradas quizás Zeus te oiga y se enoje. Te intentaré liberar de esto.
Te agradezco mucho, pero no te esfuerces, es seguro que no lo logres.
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¡Ay! ¡Ay! Vuelve a picarme, desgraciada que me hace errar, dios, abrásame en fuego, no rechaces mis ruegos, ¿puedes escuchar a estadoncella?
¿Porqué conoces el nombre de mi padre? ¿Quién eres tú, miserable? ¿Sabes cómo curar mi mal?
¿Cómo no oír a la hija de Inaco hostigada por un tábano y odiada por Hera?