¿Y eres tú el que quiere arruinarse con préstamos tan condenables?
¿Y sois vos el que procuráis enriqueceros con tan criminales usuras?
¿Te atreves, después de esto, a aparecer ante mí?
¿Y vos os atrevéis, después de esto, a presentaros ante los ojos del mundo?
¿No te avergüenza, di, llegar a estos excesos, lanzarte a gastos espantosos y llevar a cabo un afrentoso derroche del caudal que tus padres te han reunido con tantos sudores?
¿Y no os sonroja deshonrar vuestro linaje con las especulaciones que hacéis, sacrificar gloria y reputación al deseo insaciable de amontonar escudo sobre escudo, superando, en lo tocante a interés, las más infames sutilezas que hayan inventado nunca los más famosos usureros?
¡Quítate de mi vista, bergante; quítate de mi vista!
Vete, te digo, y no me hagas perder los estribos.
¿Quién es más criminal a vuestro juicio: el que adquiere un dinero que necesita o el que roba un dinero que no le hace falta?
No me enoja esta aventura, y me servirá de advertencia para estar más alerta que nunca ante todos sus actos.