Yo soy constante en mi resolución y la sujeto a la voluntad del Rey. Si esta hora fuese cómoda para él, también lo es para mí, conque hágase al instante o cuando guste; con tal que me halle en la buena disposición que ahora
Señor, parece que su Majestad os envió un recado con el joven Enrique, y éste ha vuelto diciendo que esperabais en esta sala. El Rey me envía a saber si gustáis de batallar con Laertes inmediatamente, o si queréis que se dilate.
No, yo pienso que no. Desde que él partió para Francia, no he cesado de ejercitarme, y creo que le llevaré ventaja... Pero... No podrás imaginarte que angustia siento, aquí en el corazón. Y ¿sobre qué?.. No hay motivo.
No, no... Me burlo yo de tales presagios.
¡Ilusiones vanas! Especie de presentimientos, capaces sólo de turbar un alma femenil
Si sentís interiormente alguna repugnancia, no hay para que empeñaros. Yo me adelantaré a encontrarlos, y les diré que estáis indispuesto.
con todo eso, señor...
Temo que habéis de perder, señor
Yo expiro, Horacio, la activa ponzoña sofoca ya mi aliento... No puedo vivir para saber nuevas de Inglaterra; pero me atrevo a anunciar que Fortimbrás será elegido por aquella nación. Yo, moribundo, le doy mi voto... Díselo tú, e infórmate de cuanto acaba de ocurrir... ¡Oh!... Para mí solo queda ya... silencio eterno
El joven Fortimbrás que vuelve vencedor de Polonia, saluda con la salva marcial que oís a los Embajadores de Inglaterra
En fin, ¡se rompe ese gran corazón! Adiós, adiós, amado Príncipe.