Un día padre e hija salieron a caminar por la pradera, se encontraban Pablo, un señor adulto, de mediana estatura, delgado, con cara de hético, gracias a la adipsia que presentaba y María, su única hija, aquella era pálida como una pared blanca, tenía una cabellera híspida y de un color negro profundo.
Valla el vecino es una persona muy desagradable manifiesta las ganas en cualquier persona de imprecar contra su ser y voluntad.
María, ayer saliendo de casa me encontré con el vecino, ufano con su carro nuevo y su ropa en perfecto estado.
Pablo y María siguieron caminado, hasta que llegaron a un hermoso lugar lleno de flores amarillas, donde encontraron un elegante cayado, marrón con una magnífica confección de ante mano.
Sí padre, es hermoso y se ve en perfecto estado, aquel le servirá al abuelo.
Mira, María aquel precioso cayado, le serviría a tú abuelo perfectamente, aquel lo necesita para conducir el ganado de ovejas que tiene.
Aquellos padre e hija, regresaron a casa, junto con el hermoso cayado, alegres ya que llevaban ese precioso presente para el abuelo.