Por favor, nodriza, dejadme sola esta noche. Necesito rezar
Estáis afanada? ¿Necesitáis mi ayuda?
No, señora. Si lo tenéis a bien, consentid que permanezca sola y que la nodriza vele con vos. Estoy segura de que tenéis mucho que hacer. Buenas noches.
Dios sabe cuándo nos volveremos a ver! Siento correr por mis venas un frío, extenuante temblor, que casi hiela el fuego vital.
¡Nodriza!
¿Qué habría de hacer ella aquí? Preciso es que yo sola ejecute mi horrible escena.
¿Y si este brebaje ningún efecto obra? ¿Tendré a la fuerza que casarme con el conde?
No, no. Si es así, el puñal lo impedirá.
Lo tomo, aunque, bien mirado, no puede ser; pues siempre ha sido tenido por un hombre santo.
Mas, ¿si fuera un veneno que me hubiese sutilmente preparado el monje para causarme la muerte, a fin de no verse deshonrado por este matrimonio?
¿Y si, ya depuesta en la tumba, salgo del sueño antes que, venga a libertarme Romeo?
Seré dispuesta en una antigua catacumba, donde yacen hacinadas las osamentas de todos mis enterrados ascendientes, incluyendo al ensangrentado Tybal.
¡Oh! Si despierto, ¿no me volveré furiosa, rodeada de todos esos horribles espíritus, que a tal hora de la noche, se juntan?
Y, suponiendo que viva, estaré rodeada de la noche, juntamente con la muerte y el pavor del lugar!