Sancho, llévame al palacio de Dulcinea que puede estar despierto.
Es mejor que te escondas en el bosque fuera de la ciudad. Iré a buscar el castillo y le diré a tu señora que estás esperando para verla.
Voy a buscar "una princesa" que ni mi maestro ni yo hemos visto nunca. Si la gente de Toboso descubre que vamos a molestar a sus damas, vendrán a moler nuestras costillas con palos. Pero mi maestro es un loco, por lo que no será difícil hacerle creer que cualquier trabajador agrícola es su señora Dulcinea.
¿Qué te pasa, amigo Sancho? ¿Traes buenas o malas noticias?
¡Santo Dios! No me engañes, ni trates de animar mi tristeza con falsas alegrías.
Ven a ver a la princesa, nuestra amante, vestida y adornada.
Traigo buenas noticias, la señora Dulcinea Toboso, con otras dos doncellas vendrá a verte.
Salga del camino y déjenos pasar, tenemos prisa.
Reina y princesa de la belleza, soy Sancho Panza, su escudero, y él es Don Quijote de la Mancha, llamado por otro nombre el Caballero de la Figura Triste.
¡Oh princesa y señora de Toboso!
Han transformado mi Dulcinea en una figura tan baja y fea como la de ese aldeano. Además, han eliminado lo que es propio de las principales damas, que es el buen olor, y que siempre caminan entre los ambers y las flores. Porque cuando me acerqué a Dulcinea para ayudarla a subirse a su caballo, me dio un olor a ajo crudo que envenenó mi alma.