DQ 7
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- La libertad, Sancho, es uno de los regalos más preciosos que los hombres dieron a los cielos; por la libertad puedes y debes aventurar la vida; y por el contrario, la cautividad es el mayor mal que puede llegar a los hombres. Digo esto, Sancho, porque a pesar de la abundancia que teníamos en el castillo de los duques, no me sentía libre. Las obligaciones de las recompensas y los beneficios recibidos son bonos que no nos dejan el espíritu libre, porque tenemos que agradecer a alguien.
- En la playa de Barcelona, se encontraron con muchos caballeros que los saludaron.
- Bienvenidos a nuestra ciudad, flor y estrella de todo caballero errante. Don Quijote de la Mancha es bienvenido.
- Estos caballeros nos han reconocido; Seguramente has leído nuestras aventuras.
- Soy el Caballero de la Luna Blanca y vengo a luchar contigo y a probar la fuerza de tus brazos para hacerte confesar que mi dama es, sin comparación, más bella que tu Dulcinea del Toboso. Si admites esta verdad, evitarás la muerte. Pero si luchas y te derroto, quiero que abandones tus armas, no busques aventuras y regreses a tu aldea por un año, donde tienes que vivir sin usar la espada, en paz y tranquilidad.
- Caballero de la Luna Blanca, estoy seguro de que nunca has visto a la ilustre Dulcinea; por haberla visto, sabrías que no ha habido ni puede haber belleza que pueda compararse con ella. Y así, acepto el desafío con las condiciones que ustedes han establecido. Tome, entonces, la parte del campo que desea y no hable más.
- Caballeros, caballeros, si no hay otro remedio aquí que no sea confesar o morir, manos a las armas y que Dios los proteja.
- Que no haré, que viva la fama de la belleza de Dulcinea, que solo estoy contento de que el gran Don Quijote se retire a su ciudad un año, como hicimos antes de entrar en esta batalla.
- Cumpliré todo, como un caballero puntual y verdadero.
- Dulcinea del Toboso es la mujer más bella del mundo y yo el caballero más desafortunado de la tierra. Aprieta, caballero, lanza, y toma mi vida, porque me has quitado mi honor.
- Debe saber, señor, que me llaman soltero Samson Carrasco, y que soy del mismo pueblo que Don Quijote de la Mancha. Quienes lo conocen y lo quieren piensan que su salvación está en reposo en su casa y en su tierra. Hace tres meses salí de la ciudad como un caballero andante para desafiarlo, derrotarlo, sin lastimarlo y obligándolo a regresar a su pueblo y no irse cada año. Como Don Quijote es muy puntual en mantener errantes las órdenes del caballero, sin duda, mantendrá la que le ha dado, en cumplimiento de su palabra. Esto es lo que ha sucedido, y le ruego que no le diga a Don Quijote quién soy, para que mis buenos pensamientos tengan un buen resultado y él pueda recuperar su juicio.
- ¡Cállate Sancho! Mi jubilación no durará más de un año. Luego regresaré al caballero errante y no extrañaré el reino que gana o algún condado que te dé.
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