Viktor Frankl

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Mi nombre es Viktor Frankl, aunque por mucho tiempo dejó de serlo y me convertí solo en el número 119.10
En 1942 fui prisionero junto con millones de personas de origen judío en un campo de concentración nazi, lo que me llevó a desarrollar una teoría psicológica basada en el existencialismo.
Nos despojaron de absolutamente todo, desde ese momento hice borrón y cuenta nueva.
Al perder mi manuscrito, comprendí que si no podemos cambiar una situación tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos
Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa; la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.
Estos eran síntomas característicos de una fase de reacciones. Extrañar a la familia, y sentir una inmensa nostalgia, sin embargo las respuestas eran normales para un internado en un campo de concentración.
La muerte emocional comenzaba a aparecer en los prisioneros, la sensación de que a uno ya no le importa nada.
Incluso en situaciones Tan adversas, el hombre puede encontrar un sentido a su vida, conservando su dignidad, además, para lograr un enriquecimiento interior.
Comprendí entonces que el hombre a pesar de las crudas situaciones que se presenten, cuenta con capacidad de elección, el hombre puede conservar aún su libertad espiritual.

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