Urges a una tropa dispuesta a obedecerte, Prometeo.
Todo esto ya lo sabía. Falté de grado ayudando a los mortales y yo mismo he encontrado castigos.
Te envidio porque te encuentras fuera de culpa aunque participaste en todo y te asociaste a miosadía. Déjalo y no te preocupes.
¿Tú también vienes a ser testigo de mis males? ¿O has venido a contemplar mi suerte e indignartecon ellos? Mira este espectáculo: yo, el amigo de Zeus, que le ayudé a establecer su tiranía, con quesufrimiento soy abatido por él.
He llegado a ti, Prometeo. De tus desgracias, sábelo, me compadezco. Dime en que he de ayudarte;porque nunca dirás que tienes un amigo más seguro que Océano.
Lo veo, Prometeo, y quiero aconsejarte lo mejor, aunque eres listo. Conócete a ti mismo y adoptanuevas actitudes, pues también hay un nuevo tirano entre los dioses. Deja este afán y busca la liberación de éstos males.
Te alabo por tu solicitud. Pero trabajas en vano, permanece tranquilo y mantente apartado. Tú noeres inexperto, y no me necesitas como. Yo apuraré este mi destino hasta que Zeus aplaque su ira.
Sí, si uno ablanda el corazón en el momento preciso.
¿No sabes, Prometeo, las palabras son médicos de la enfermedad de la cólera?
Eres mucho mejor para inspirar prudencia a prójimo que a ti mismo; pero en mi afán, no meretengas; Zeus me concederá la gracia de librarte de estos males.
Si uno muestra solícito esfuerzo y valor para la acción, ¿qué daño ves tú que haya en ello?
Trabajo inútil y simplicidad irreflexiva.
Sin duda tus palabras me envían de nuevo a casa. Tu infortunio, Prometeo, es maestro.
Vigila que no se altere tu corazón. Vete, aléjate, salva tu actual buen sentido.
Cuando ya me iba, me molestaban tus palabras.
Esta falta más bien parecerá la mía.
No penséis que callo por arrogancia o altanería, un pensamiento me devorael corazón. Al principio, miraban sin ver y escuchaban sin oír, y semejantes a las formas de los sueños en sularga vida, todo lo mezclaban al azar.
En una palabra, sabe todo a la vez: todas las artes para os mortales proceden de Prometeo.
Padeces un castigo indigno.
No puede, por lo menos, escapar a su destino.
¿Zeus, pues, es más débil que ellas?
No ayudes a los mortales más de lo necesario y descuides tu propia desgracia.
Lloro por tu fatal destino, Prometeo.
Hablad de otra cosa; no es el momento de revelar este secreto.
Sobre esto no preguntes más, no insistas.
¿Y cuál es el destino de Zeus sino reinar por siempre?
Es, sin duda, un augusto secreto lo que ocultas.
Que nuca Zeus coloque enfrente de mi voluntad su fuerza, que jamás me tarde en acercarme a losdioses ni los ofenda con mis palabras.
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