Corría la voz de que, al fin en la ciudad, un vendedor ofrecía la variedad más compleja de perfumes. Al cabo de un tiempo y convencida por la publicidad, una joven y rica señora acudió al vendedor.
Deseo un perfume especial para mi esposo. El que usa no me agrada y no se cuál pedir.
Señora, el perfume de cada quien va de acuerdo a su personalidad y se percibe de forma directa.
Él vendedor le sugirió que fuera con su esposo a que platicara con él, y así ella sabrá que esencia busca.
La señora le hizo caso al vendedor; y preguntando costos escucho del vendedor :
De mi producto, y cualquiera que sea, usted pondrá el precio y quiero que lo entregue a la persona más necesitada que encuentre
La señora extrañada por lo que le dijo el vendedor se fue del lugar para encontrar a la persona más necesitada que encontrara.
Cerca de su casa encontró a una anciana mendigando a quien le dio el pago acordado. La anciana sorprendida le dijo a la señora:
Bendita seas mujer. !Que dios te siga dando la fragancia de tu ser¡
Alejándose del lugar la mujer pensó y se dijo:
¿Fragancia? pero, ! si hoy sabiendo que iba con el vendedor no me puse ninguna¡
Pensativa, siguió caminando lento y después un poco más apurada .
Al llegar al lugar donde estaba el vendedor no encontró a nadie. Aquella joven señora era la única que, en aquel lugar, faltaba para brindarle su producto.