Los niños daban largos paseos por el campo marciano. Corrían gritando:
-¡El primero se lleva todo!
Cuando llegaban a la ciudad muerta, a la ciudad prohibida. Avanzaban imponiéndose silencio, unidos codo con codo, agitando sus Palos, recordando que sus padres les habían dicho
-¡Aquí no hay nada!
Y de pronto uno de ellos echaba a correr y entraba en la casa d piedra más próxima, cruzaba la sala y entraba en el dormitorio sin mirar alrededor comenzaba a dar puntapiés y a moverse con pasos arrastrados
Y salían de una casa para entrar en otra, y así visitaban diecisiete casas, recordando que los horrores de todas las ciudades negra serían eliminados por los bomberos, guerreros antisépticos arma dos de palas y cajones,
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Las madres les examinaban los zapatos en busca de copos negros, y una vez descubiertos, venían los baños calientes y las palizas paternas.
A fines de ese año, los bomberos habían rastrillado las hojas secas y los blancos xilófonos, y se había acabado la diversión