Pero… una tarde, a la hora del avemaría, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, ése, ese hombrecito, habló muy claramente.
Padre mío, Soñé anoche que habíamos muerto los dos juntos; juntos habíamos muerto.
¿Conmigo? ¿Tú? Cuenta todo, indio.
Y empezó el Pongo a contar su sueño.
De todos los ángeles,el más hermoso, que venga. A ese incomparable que lo acompañe otro ángelpequeño, que sea también el más hermoso. Que el ángel pequeño traiga unacopa de oro, y la copa de oro llena de miel de chancaca más transparente
San francisco mando a cubrir con la miel al patrón
Ángel mayor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro.
pongo : Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte.patrón:¿Qué? ¿Tú eres quien ha hablado u otro? pongo: Tú licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero hablarte.patrón: Habla… si puedes
Entonces el ángel procedió a cubrirlo con la miel.
pongo: Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos.patrón:¿Y después? ¡Habla!pongo: A ti y a mí nos examinaba, pesando, creo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos.
El ángel ordinario y el menos valioso bajo con una lata de excremento.
embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esalata que has traído; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo comopuedas. ¡Rápido!
pongo: Entonces bajaron dos ángeles muy bellos y el menor con una copa de oro.
Finalmente, tenían que lamerse durante mucho tiempo para que se cumpla su voluntad del padre San francisco.
Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo.
Pongo: El Ángel te cubrió con la miel de pies a cabeza.patrón: Como debe ser.
pongo: Entonces bajo un ángel viejo, que ya no valía y apenas podía mover las alas.patrón: —Así mismo tenía que ser. ¡Continúa! ¿O todo concluye allí?pongo: No padrecito, aun continua.
pongo: El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.