Una tarde, a horas del almuerzo, en un restaurante, llega un mendigo y pide un poco dé comida, pagando con pocas monedas; toman su orden y queda a la espera de su pedido.
Me da pollo frito señorita.
Mientras aguarda su orden, llega un ejecutivo bien parecido, con traje muy elegante y zapatos de charol. Estaba muy apurado y menciona a la señorita de la caja:
Me da un pollo frito, por favor.
El mendigo lo ve, da unas vueltas por el local, y se sienta en la misma mesa que el hombre rico, a lo que él responde:
- ¡Oiga! Aléjese de aquí. ¿No ve que voy a leer y comer?
.
Tranquilo, señor. No voy a estorbarle, solo quiero sentarme junto a Ud.
Pasaron algunos minutos, y dejaron en la mesa la orden de pollo frito. El ejecutivo, cogió una presa y comenzó a comer mientras comenzaba a leer su periódico. El mendigo lo imitó y cogió otro pedazo de pollo.
Seguían comiendo y el pobre hombre cogía y cogía los pollos fritos, hasta que el ejecutivo no soportó más y exclamó:
¡Señor, váyase de aquí! ¡Da mal aspecto a mi imagen y está comiendo de mi comida!¡Seguridad, alejen a ese hombre de mi vista!
En ese instante, la joven mesera deja otro plato con pollo frito, y lo deja al lado del importante hombre.
Señor, el primer plato con pollo, era del pobre hombre. Lo había pedido antes que Ud., este segundo, es suyo.