Hermes se le apareció a Telémaco y le indicó que fueran a la isla de los feacios, ahí recibirían ayuda, estarían a salvo y él se llevaría una gran sorpresa. Hermes les condujo hasta la isla. Para ese momento, Odiseo ya había llegado a la isla de los feacios.
¡Ahhh!
¡Uhhhh!
..
Oh ,valeroso joven hijo de Odiseo ¿Cómo has llegado a nuestro reino?
Los feacios les ayudaron y condujeron a Telémaco ante el rey Alcínoo. El rey lo invitó al banquete junto con Odiseo. Durante la cena se narraron historias sobre Odiseo, pero el joven no sabía de que persona hablaban las historias.
Emprendí un viaje en busca de mi padre, quien lleva perdido ya 20 años. Tuve que enfrentar una emboscada planeada por los pretendientes de mi madre y logré vencerlos.
Generoso rey Alcínoo, soy Telémaco de Ítaca, hijo de Odiseo.
Yo soy Odiseo, el hombre del que hablan las historias que hemos escuchado. Y tú joven Telémaco eres mi amado hijo.
Los feacios les ayudan a reparar su barco y les otorgan provisiones para el viaje. Telémaco y Odiseo se despiden muy agradecidos y parten rumbo a Ítaca, para recuperar su reino.
¡Gracias a los dioses, finalmente te he encontrado padre, es hora de que regresemos juntos a nuestro hogar!
Odiseo se dirige donde su hijo, ambos se abrazan. Padre e hijo finalmente reunidos.
Hijo mío, mi amado Telémaco, soy tu padre, te sostuve en mis brazos al nacer y te enseñé Ítaca, tu reino.