Pepe Mujica se erguía con humildad ante la multitud ansiosa su mirada irradiaba una luz de esperanza. Micrófono en mano, comenzó su discurso con la sencillez que lo caracterizaba.
No vengo a prometerles el cielo, ni a pintar utopías imposibles. Soy un viejo que ha visto caer la lluvia en campos desérticos y germinar semillas de resistencia en terrenos"La política no debería ser un juego de tronos donde unos pocos ganan y muchos pierden. Debería ser la danza colectiva de la justicia, la equidad y la solidaridad. No es fácil, lo sé. Pero no estamos aquí porque sea fácil, sino porque es necesario."
No hay progreso sin inclusión, no hay justicia sin igualdad. Y aunque el camino sea escarpado, cada paso que damos juntos nos acerca a la meta de un país donde cada voz sea escuchada, donde cada vida importe.""La política no es un traje elegante que se pone y se quita según la ocasión. Es el compromiso constante de construir un futuro donde nuestros hijos puedan heredar un mundo mejor. No prometo soluciones mágicas, prometo trabajar con ustedes, codo a codo, para tejer juntos el tapiz de la justicia y la esperanza
Sus palabras resonaban como un eco y la multitud respondía con aplausos, contagiada por la autenticidad del discurso.
Y así, entre aplausos y miradas llenas de esperanza, Pepe Mujica concluyó su discurso, dejando una semilla de cambio en el corazón de la audiencia.