También cabellos de la joven se vuelven siseantes serpientes, sus ojos de una intensidad tal que si los miras fijamente, te vuelves de piedra. Medusa se había transformado en un monstruo pero aún se hacía valer por su andar provocador y sensual que hipnotizaba casi tanto como su mirada.
Mi leyenda decía que era una mujer mortal, hermosa y tentadora como el más dulce de los pecados. Tanta era su belleza que Poseidón, dios del mar, queda prendado de ella y no descansa hasta conseguir satisfacer su deseo, contra voluntad de la muchacha, en el templo de Atenea.
Yo era originalmente una sacerdotisa del templo de Atenea que fue violada y embarazada por Poseidón. Y para arruinar su belleza, Atenea transformó sus cabellos en serpientes y la condenó a convertir en piedra a quien admirase su rostro.