Sofía abrió el sobre. Lo único que encontró fue una notita, tan pequeña como el sobre que la contenía. En la notita ponía: ¿Quién eres?
Se coloco delante del espejo, y se miró fijamente a sí misma.—Soy Sofía Amundsen —dijo. La chica del espejo no contestó ni con el más leve gesto.
por que dios no me dio un aspecto envidiable como los demás. uff!
Sofía Amundsen no había estado nunca muy contenta con su aspecto. Le decían a menudo que tenía bonitos ojos almendrados, pero seguramente se lo dirían porque su nariz era demasiado pequeña y la boca un poco grande. Además, tenía las orejas demasiado cerca de los ojos. Lo peor de todo era ese pelo liso que resultaba imposible de arreglar.
mejor me podre hacer tarea por que tengo mucha y no me quiero quedar hasta tarde
—Creo que me subo para hacer los deberes de naturales —dijo, como si quisiera disculparse. Un instante después, se encontraba en la entrada.
¿Habría alguna vida mas allá de la muerte?
Estoy en el mundo ahora, pensó. Pero un día habré desaparecido del todo