corazón delator 1
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- Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna , la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Lo hice cada noche, a las doce pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo sino el ojo.
- Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco?
- ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
- "Yo no perseguía ningún propósito, no estaba colérico, quería mucho al viejo y su dinero no me interesaba. Creo que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre. Un ojo celeste que cada que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, gradualmente me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre. "
- " Ustedes me toman por loco. Pero ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría suavemente y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna cerrada, para que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. "
- Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis intenciones. Reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, Su cuarto estaba tan negro como la pez, yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente.
- ¡¿Quien esta ahi?¡
- Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando. Permanecí inmóvil, no moví un solo músculo, no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando . Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror.
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