Formaban una parte de las posesiones del Reino Unido en el Nuevo Mundo, que también incluían colonias en la actual Canadá y el Caribe, así como en el este y en el oeste de la Florida.
En el siglo XVIII, el gobierno británico operaba sus colonias bajo una economía basada en el mercantilismo, en la que el gobierno central administraba sus posesiones para el beneficio económico de la metrópoli.
En la década de 1750, comenzaron a colaborar entre sí, en lugar de tratar directamente con el Reino Unido. Estas actividades inter coloniales cultivaron un sentido de identidad americana compartida y condujeron a las peticiones de protección de los derechos, como británicos, de los colonos, especialmente el principio de no hay impuestos sin representación.
Sin embargo, las Trece Colonias tenían un alto grado de autonomía y elecciones locales, y progresivamente comenzaban a resistir con mayor fuerza las demandas del gobierno británico.
Las quejas contra el gobierno británico llevaron a la revolución estadounidense, en la que las colonias reunidas en un Congreso Continental declararon su independencia el 4 de julio de 1776, desapareciendo para siempre como colonias y dando lugar tras la correspondiente victoria militar a los Estados Unidos.