Tráiganles que comer y pongan centinelas en patios y azoteas e infórmenme cada 15 minutos.
El 23 de abril de 1811, entraron a Chihuahua los prisioneros. Una vez en la plaza de San Felipe o de los Ejercicios, Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y otros jefes, fueron alojados en el ex colegio de la Compañía de Jesús; el resto, en el antiguo convento de San Francisco.
El Salcedo procedió a nombrar una junta militar a la cual debía pasar el instructor las declaraciones de los prisioneros, de tres en tres, para que en el mismo orden fueran sentenciados,
Ser pasados por las armas del modo más ignominioso, con la confiscación de sus bienes y transcendencia de infamia a sus hijos varones, si los tuviesen y demás que de ella resulta conforme a las leyes de la materia.
El miércoles 26 de junio de 1811, llegó el momento de cumplirla sentencia, fueron conducidos a la plaza de San Felipe donde ya se Manuel Salcedo ordenó que a los cadáveres de Allende, Aldama y Jiménez se les cortara la cabeza. Los cuerpos fueron sepultados en el convento de San Francisco, después de haber sido expuestos a la curiosidad pública. Un mes y unos días más tarde, Hidalgo correría la misma suerte. encontraban listos los pelotones de ejecución, y finalmente, el 11 de octubre de 1811, las cabezas fueron colgadas en las cuatro esquinas de la alhóndiga de Granaditas durante diezaños.