Entre todos se pelearon y se insultaban ya que Jim los insulto
No me hedesayunado. Me muero de hambre. Oye ¿no me tienes coraje pornuestros pleitos?
Qué va, Rosales, los pleitos ya qué importan (yo elgeneroso, capaz de perdonar porque se ha vuelto invulnerable).Bueno, muy bien, Carlitos: vamos a sentarnos y conversamos.
Rosales mordió la torta de chorizo. Antesde masticar el bocado tomó un trago de sidral para humedecerlo. Me dio asco. Hambre atrasada y ansiedad: devoraba.
Con la boca llename preguntó: ¿Y tú? ¿Pasaste de año a pesar del cambio de escuela?¿Te irás de vacaciones a algún lado? En la sinfonola terminó LaMúcura y empezó Riders in the Sky. En Navidad vamos a reunimoscon mis hermanos en Nueva York. Tenemos reservaciones en el Plaza.¿Sabes lo que es el Plaza? Pero oye: ¿Por qué no me contestas lo quete pregunté?
Rosales tragó saliva, torta, sidral. Temí que se asfixiara. Bueno,Carlitos, es que, mira, no sé cómo decirte: en nuestro salón se supotodo. ¿Qué es todo? Eso de la mamá. Jim lo comentó con cada uno denosotros. Te odia. Nos dio mucha risa lo que hiciste. Qué loco. Paracolmo, alguien te vio en la iglesia confesándote después de tudeclaración de amor. Y en alguna forma se corrió la voz de que tehabían llevado con el loquero.