escucho caer la criatura, vencida por completo, y permaneció yaciente e inmóvil. Casi agobiado por el alivio que le invadió, se apoyo en la pared. La respiración de la bestia se seguía oyendo, en forma de jadeantes y pesadas inhalaciones y exhalaciones; deduje de ello que no habíahecho más que herirla
De pronto escucho un sonido, o más bien unasucesión regular de sonidos. Al momento siguiente se habían convertido en una serie de agudos chasquidos metálicos. Esta vez no había duda: era el guía.
CUIDADO
La respiración se había debilitado mucho, y el guía sacó su pistola con laclara intención de despachar a la criatura, cuando de súbito un sonido que éstaemitió hizo que el arma se le cayera de las manos sin ser usada
CUIDADO
El miedo lo abandonó, y en su lugar se sucedieron los sentimientos deasombro, compasión y respeto; los sonidos que murmuró la criatura abatida que yacía entre las rocas calizas nos revelaron la tremenda verdad: la criatura que yo había matado, la extraña bestia de la cueva maldita, era —o había sido alguna vez ¡¡¡UN HOMBRE!!!
Se dio cuenta que debía estar armado para defenderme de unmisterioso e invisible ataque en la oscuridad y tanteeo a su alrededor en busca de los mayores entre los fragmentos de roca que estaban esparcidos por todas partes en el suelo de la caverna, y tomando uno en cada mano para su uso inmediato,esperé con resignación el resultado inevitable
Estoy armado!
Dudaba de que pudiera su mano derecha lanzar el proyectil a la cosa que se acercaba, cuando llegase el momento crucial. Ahora el decidido pat, pat de las pisadas estaba casial alcance de la mano; luego, muy cerca. Podía escuchar la trabajosa respiracióndel animal y, aunque estaba paralizado por el terror, comprendí que debía dehaber recorrido una distancia considerable y que estaba correspondientemente fatigado.