La juventud de Hedwiges transcurrió entre la docencia, el estudio y la enseñanza. Dedicando muchas horas a la oración, a la lectura y a la música.
Es en el convento de la visitación que tanto frecuento, donde descubre el llamado a una vocación más concreta, la cual sentía que le inflamaba el corazón .
Allí fue donde conoció al padre Dassy, quien fue su confesor y director espiritual...
El padre de Dassy trabajaba en Marsella donde abre un instituto para ciegos, pero el deseaba fundar una congregación religiosas para su obra. Hasta que se le ocurrió una ingeniosa idea...
¡Ya sé que hacer! Traeré y convenceré a Hedwiges para realizar esta hermosa obra.
Y cuando el padre le comentó la propuesta, ella, por supuesto, que aceptó.
¡Con mucho gusto padre!
Sabía que podía contar contigo.
Y en noviembre de 1862, a pesar de la oposición de los suyos, Hedwiges partió a Marsella y en vísperas de navidad, tomo el habito del instituto naciente de María Inmaculada.
Posteriormente, fue nombrada maestra de novicias, cargo, que conservo hasta su partida a Toulouse.