''Calla Sancho. Mi retirada durará solo un año. Luego, volveré al ejercicio de la caballería andante ''.
''Mi señor, levante la cabeza y procure alegrarse, y dé gracias al cielo de que al menos no ha salido con alguna costilla rota. Volvamos a nuestra casa y dejemos de andar por ahí buscando aventuras''.
''Aquí fue mi desdicha! Aquí, por mi imprudencia, labré mi desaventura! Debí haberme dado cuenta de que mi flaco rocín no podía resistir al poderoso corcel del de la Blanca Luna. Camina, amigo Sancho, y vamos a cumplir el año de encierro, en el que cobraremos fuerzas para volver al ejercicio de las armas''.
''Mira este prado, Sancho amigo. No es un mal sitio para que nos convirtiésemos en pastores, mientras estamos apartados de la caballería andante. Compraremos ovejas y todo lo necesario para el oficio, Nos llamaremos Quijotiz y tu serás el pastor Pancino, y andaremos por montes, bosques y prados cantando y recitando versos mientras bebemos líquidos cristales de las fuentes y arroyuelos''.
''Me agrada esta clase de vida. Estoy seguro de que en cuanto lo sepan el bachiller Sansón Carrasco y maese Nicolás el barbero, querrán hacerse pastores con nosotros. Hasta el cura que es alegre y amigo de pasarlo bien querrá formar parte del rebaño''.
Después de la pelea contra el Caballero de la Blanca Luna, Don Quijote estuvo en su lecho, triste y pensativo sin dejar de salir de su cabeza la derrota por la cual había pasado.
Pon tú precio a cada azote
Sancho amigo, me ronda una idea en la cabeza, no me parece bien que te des un balde de azotes del desencanto de Dulcinea. Mira que paga quieres por ellos, y luego azótate y págate tú mismo con los dineros míos que llevas en la bolsa.
Dígame vuestra merced cuánto me dará por cada azote que me dé!!
Pienso que un cuarto de real es justo, con ellos entraré a mi casa rico y contento, aunque bien azotado.
Mira amigo, no te vayas a hacer pedazos, ni te des tan fuerte que te falte la vida antes del numero deseado. Yo tomare la cuenta desde aquí con mi rosario
Pasan 6 días y Don Quijote se siente con fuerzas para levantarse y dejar a Barcelona. Al pasar por la playa, volvió a mirar el sitio donde había caído y dijo:
Ya te has dado mil azotes. Basta por ahora, que el asno soporta la carga, pero no la sobrecarga
Sigue Sancho y no desfallezcas, que doblo el precio
Sancho se desnudo de cintura para arriba y empezó a darse con el cabestro. Al llegar a 8 azotes a Sancho le pareció muy barato el precio de aquellos golpes.
Algunos días pasan por el camino de vuelta a su pueblo, y al cruzar un prado, don Quijote tiró de las riendas de Rocinante y le dijo a su escudero:
Dejate de sandeces, Sancho, y entremos con pie derecho en nuestro pueblo, donde pensaremos en cómo llevar a cabo nuestro proyecto de vivir como pastores.
''Abre los ojos amada patría, y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu hijo, si no muy rico, sí muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también a tu hijo Don Quijote, que si viene vencido de brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que es la mayor victoria que desear se puede
Oh, Sancho bendito!! Dulcinea y yo te agradeceremos de por vida! Cuando piensas darte los azotes? Mientras más temprano más dinero
Después de Don Quijote pasar la idea de volverse pastores, siguieron su camino. Don Quijote andaba de mejor ánimo gracias a su nuevo proyecto y la disposición de su escudero para hacerlo. Después de esto al Quijote se le ocurrió una idea:
Me los daré esta noche.
Al ponerse el sol. se apartaron del camino y se metieron entre unos árboles, donde cenaron y Sancho creó un flexible azote con el cabestro del rucio. Se retiro 20 pasos entre unas hayas, en donde el Quijote no lo pudiera ver.
El muy tunante aprovechó que su amo oía los golpes pero no los veía y empezó a azotar los arboles en vez de su espalda, dejando escapar suspiros que parecían que cada uno le arrancaba el alma. Al oírlos, Don Quijote se ablandó
Sancho siguió dando golpes con tanta fuerza que descortezó todos los árboles en su alrededor hasta que su señor, temeroso de que perdiera la vida, le obligó a parar. Después, lo dejó descansar
Déjeme vuestra merced darme otros mil, que así en dos veces habrá acabado
Señor, cada azote debe ser pagado medio real. Siento que el precio es injusto.
Después de Sancho cumplir la penitencia y seguir su camino hacia su pueblo, llegaron a una cuesta en donde en el horizonte vieron a su pueblo. Sancho se hincó de rodillas y dijo:
Y con esto, bajaron la cuesta y entraron al pueblo