Escena 4: Reflexión final mientras observan el atardecer.Pedro y Ana se detienen en una colina desde donde ven el pueblo y las tierras de Don Manuel al fondo
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Ana (con esperanza):— Sí, Pedro. Pero yo creo que las cosas pueden cambiar. Si nos unimos, si hacemos oír nuestra voz, quizás podamos tener un futuro más justo para todos
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Pedro (con mirada seria):— Es como si hubiera dos mundos en uno, Ana. Don Manuel y los demás terratenientes viven en una burbuja, mientras nosotros luchamos cada día para sobrevivir. La desigualdad está por todas partes.
Pedro (sonriendo):— Eso espero, Ana. Tenemos que trabajar juntos, porque si no, seguiremos viendo la riqueza pasar de largo sin tocarnos.
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Ana (susurrando):— Ahí va Don Manuel. Dicen que tiene más tierras de las que puede contar, pero ¿cuándo ha ayudado realmente a la comunidad?
Pedro (mirando pensativo):— No lo sé... Mientras él sigue acumulando tierras, nosotros apenas conseguimos suficiente para sembrar. A veces parece que la riqueza está tan cerca, pero al mismo tiempo, tan lejos de nuestras manos.
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Última escena: Ana y Pedro caminando hacia sus casas, con una puesta de sol simbólica de esperanza en el horizonte.
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María (con tono de preocupación):— Hijos, las cosas cada día están más difíciles. El precio de la comida sube, pero lo que nos pagan por nuestros productos sigue igual de bajo. Mientras tanto, las grandes empresas vienen y se llevan todo lo que pueden..
Ana (indignada):— Es cierto, Doña María. Nosotros trabajamos el doble y recibimos la mitad. ¿Cómo es posible que unos pocos tengan tanto y nosotros, que lo cultivamos, tan poco?