No os entiendo, marido, y no sé qué queréis decir en eso de que os holgáredes, si Dios quisiera, de no estar contento; que, maguer tonta, no sé yo quién recibe gusto de no tenerle.
Mujer mía, si Dios quisiera, bien me holgara yo de no estar tan contento como muestro
–Mirad, Teresa – yo estoy alegre porque tengo determinado de volver a servir a mi amo don Quijote, el cual quiere la vez tercera salir a buscar las aventuras; y yo vuelvo a salir con él, porque lo quiere así mi necesidad
–Bien creo yo, marido, que los escuderos andantes no comen el pan de balde; y así, quedaré rogando a Nuestro Señor os saque presto de tanta mala ventura.
Enviad vos dinero que yo os lo vistiré como un palmito
En teniendo enviaré por él por la posta, y te enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se los preste a los gobernadores cuando no los tienen; y vístele de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser.
El día que yo la viere condesa ése haré cuenta que la entierro, pero otra vez os digo que hagáis lo que os diere gusto
En efecto, quedamos de acuerdo de que ha de ser condesa nuestra hija.