El Cielo te perdone... Ya voy a seguirte. Yo muero, Horacio... Adiós, Reina infeliz... (239) Vosotros que asistís pálidos y mudos con el temor a este suceso terrible... Si yo tuviera tiempo. (240) La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución... Yo pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. Tú, que vivirás, refiere la verdad y los motivos de mi conducta, a quien los ignora.
¡Malvado incestuoso, asesino! Bebe esta ponzoña ¿Está la perla aquí? Sí, toma, acompaña a mi madre.
¡Justo castigo!... Él mismo preparó la poción mortal... Olvidémonos de todo, generoso Hamlet y... ¡Oh! ¡No caiga sobre ti la muerte de mi padre y la mía, ni sobre mí la tuya!
Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. ¡Oh! ¡Querido Horacio! Si esto permanece oculto, ¡qué manchada reputación dejaré después de mi muerte! Si alguna vez me diste lugar en tu corazón, retarda un poco esa felicidad que apeteces; alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por él mi historia... ¿Qué estrépito militar es éste?
¿Vivir? No lo creáis. Yo tengo alma Romana, y aún ha quedado aquí parte del tósigo.