EL PRÍNCIPE ALACRÁN
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- Gracias
- toma este regalo!!!
- disculpe, ya tengo acompañante
- Estoy cansada
- cuando escuché eso, sentí mucha vengüenza y sentí que mi confianza se esfumaba
- Tiene usted una corbata imposible. ¡Lo mejor que puede usted hacer es largarse, joven!
- Un día me regalo Marta, una corbata, era un provincianita que había enamorado con mis modales de limeño. Me la envío dentro de una caja de jabón Windsor. Con ella y con mis cincuenta soles de sueldo hubiera sido feliz. ¡Oh, cincuenta soles de sueldo! ¡Con esa suma asegurada hubiera yo doblado el cabo de la felicidad!
- Hágame el mejor traje con corbata de todo lima
- Un día fui invitado sin saber cómo, a una reunión para gente de clasealta. Me puse mi mejor traje y mi famosa cortaba. En la reunión quede cautivadopor una morena, qué pobre me pareció Marta con su jabón de Windsor comparadacon ella, pero me dijo que tenía acompañante, intente sacar a otras chicas,pero me dijeron que estaban cansadas. Y así interminablemente.
- ¿Quieres casarte conmigo?
- Acepto!!!
- Entonces, sin saber qué partido tomar, rogué a un joven que discurría por allí y que me infundió confianza, que me explicara el caso. Mirome con impertinencia y me dijo: «Tiene usted una corbata imposible. ¡Lo mejor que puede usted hacer es largarse, joven!». Y me fijé en la de él. En efecto, era una hermosa corbata color de vino, hecha de mano maestra, atravesada por un alfiler de oro. Salí avergonzado, sin despedirme.
- Después de esa noche me hice confeccionar un traje con el mejor sastre de Lima. Di las señas de mi patrona, a quien anticipadamente anuncié un supuesto destino en la aduana con sueldo fabuloso y esperé los acontecimientos. Le pedí a mi patrona que reciba el traje, y ella misma me presto 200 soles, porque creía que era el ministro. con lo que sobraba me compre botas, corbata, camisas, sombreros, etc.
- Cuando recibí el traje, lo primero que hice fue ponérmelo e ir por la plaza, mientras caminaba sentía la mirada de envidia de los demás y me hacía sentir que era inalcanzable. De rrepente volvía a ver a la morena de la fiesta, me invito a su casa, en unos meses nos comprometimos, en cuatro meses nos casamos con ella entrando en posesión de una fortuna respetable.
- Pero les confesaré que no soy feliz. Mi mujer es cariñosa, pero me parece que piensa más en sus trajes. Mis hijos también piensan más en sus caballos. Yo me he vuelto ambicioso y pienso más en la «cosa pública». ¿Más feliz hubiera sido con mi arequipeña? A veces, cuando estoy muy triste saco del fondo de mi gaveta la corbata que me regaló, recordando a Marta y aspirando ese olor ya desvanecido del jabón de Windsor.
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