Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, con su esfuerzo y con la ayuda de Dios, salió de aquella penuria en la que se encontraba.
Vos, señor Conde Lucanor, debéis saber que, aunque en tantas cosas Dios os haya sido propicio y os haya dado bienes y honra, si alguna vez os falta dinero o estáis en apuros, no os pongáis triste ni os desaniméis, sino pensad que otros más ricos y de mayor dignidad que vos estarán tan apurados que se sentirían felices si pudiesen ayudar a sus vasallos, aunque fuera menos de lo que vos lo hacéis con los vuestros.
Por padecer pobreza nunca os desaniméis,porque otros más pobres un día encontraréis.
Al ver esto, el hombre que comía los altramuces, se tuvo por consolado, pues comprendió que había otros más pobres que él. Lo cual le dio fuerzas para intentar salir de la pobreza.
Si hay gente en peores condiciones que yo, puede que aún haya una posibilidad de mejorar las mías.
Y gracias a su determinación y a la ayuda de Dios, el hombre que comía altramuces volvió a ser rico.