Unknown Story
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- Legaron a un desfiladero. En el fondo brillaba un riachuelo. Por las paredes subían aromas extraños de flores salvajes y frutas venenosas.
- -Aquí hay un tufo a sajino.
- Selim Parijare y Celso Coropa, colgando de las rices, bajaron por el fragoso paredón y, entre la brava espesura de la profundidad, se hartaron de agua fresca.
- Muy alto, los monos aulladores, arrojaban frutas mordidas, y por todas partes se derramaban extraños cantos de pájaros que no se veían.
- -¿Que te parece si almorzamos?
- Después de que comieron, ambos hombres se echaron a modo de bueyes y guardaron prolongado silencio.
- -¡Tampoco seques la quebrada!
- Celso Coropa recogió en la palma de su mano un rayo de sol y suspiro:
- -Hay veces que no me gusta la vida!..
- -...Y hay veces que si- añadió.
- Frente a el, había una tortura de raíces y bejucos.
- Entre la tortura de bejucos había una flor.Después de una breve consulta interior, Celso Coropa se atrevió a decir.
- -Hombre, Selim...He pensao irme de allá, de nuestro pueblo. Me han ofrecido trabajo en otro lao. Me pagan mejor.
- -Mañana mismo, pero...
- Selim pensó en lo que debía aconsejar.-Bueno, si es que te pagan mejor...-Y poco después-. ¿Cuándo pensas irte?
- -No me voy solo...-dijo temeroso, y luego con firmeza-: Jovita, tu mujer, se va conmigo.
- Era mejor decirlo, confesarlo de una vez, sin rodeos, bajo el recogimiento de aquella gran catedral. Luego entraría en explicaciones, si fuera necesario. Selim lo comprendería. Fue siempre tan indiferente, tan pacífico, tan frio...¡Y que poco le importaban las cosas del amor!
- Sobre el desfiladero pasó volando un quetzal y dejo un arcoíris.
- Por fin los hallaron. Uno junto al otro. No aparecieron más que los esqueletos y los cuchillos.Blancos aquellos...Herrumbrados estos.
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