El negocio de la impresión era un nuevo tipo de negocio. Durante siglos, los oficios especializados -como el de los tejedores- habían estado organizados por los gremios que controlaban quién podía realizar el oficio y cómo.
Pero los impresores operaban fuera del sistema de gremios como empresas con fines de lucro. Los banqueros comerciantes aportaban la considerable inversión inicial necesaria para hacer una imprenta y componer un libro; era difícil ser impresor sin endeudarse. Estos comerciantes también organizarían la distribución del producto, ya que no había librerías.
Por otro lado, si bien las Biblias no eran buen negocio, las polémicas religiosas sí, como las 95 tesis de Martín Lutero, que, según cuenta la historia, clavó en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, Alemania, en 1517.
Como señala la historiadora Elizabeth Eisenstein, no había nada particularmente inusual en que un profesor de teología como Martín Lutero participara en una discusión religiosa con la Iglesia católica. Y las puertas de las iglesias eran un lugar tradicional para la publicidad.
Lo inusual fue la velocidad con la que la imprenta difundió las ideas rebeldes de Lutero y sus seguidores. Wittenberg se convirtió en una ciudad de una sola industria, llena de impresores.
Martín Lutero produjo una traducción al alemán del Nuevo Testamento que fue ampliamente impresa. Y describió la impresión como "el acto de gracia más alto y extremista de Dios, mediante el cual se impulsa el negocio del Evangelio".