Había una vez una niña chiquita que se llamaba Lulita. Lulita tenía un problema muy grave.
Cuando llegaba a su casa, Lulita estaba muy cansada y siempre se quitaba los zapatos, dejándolos por todos lados. Su papá siempre le decía que recogiera sus zapatos, pero Lulita nunca le hacia caso.
Un día, Lulita llegó a su casa, se quitó los zapatos, y empezó a jugar. Su papá decidió que por fin iba a darle una lección.
Cuando Lulita se quitó los zapatos, su papá los agarró y los escondió.
Al siguiente día, Lulita tenía su clase de gimnasia, pero no encontraba sus zapatos de correr. Entonces, Lulita decidió usar sus zapatillas de ballet.
Cuando llegó a la casa, Lulita se quitó sus zapatos de ballet y los dejó tirados. Otra vez, su papá los agarró y los escondió.
Al siguiente día, Lulita tenía su clase de ballet, pero no encontraba sus zapatillas de ballet. Entonces, Lulita decidió usar sus zapatos de fiesta.
Cuando llegó a la casa, Lulita se quitó sus zapatos de fiesta y los dejó tirados. Una vez más, su papá agarró los zapatos y los escondió.
¿Por qué no tienes zapatos puestos?
Al siguiente día, Lulita tenía una fiesta de su amiga, pero no encontraba sus zapatos de fiesta. Lulita ya no tenía zapatos para ponerse, entonces fue a la fiesta descalza.
Todos le preguntaban “¿Por qué no tienes zapatos puestos?” Lulita no sabía qué responder, tenía mucha pena.