-Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques deatracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlos a misabsurdos pensamientos. ¿Ha visto los carteles de sesenta metros que hay fuerade la ciudad? ¿Sabía que hubo una época en que los carteles sólo tenían seismetros de largo? Pero los automóviles empezaron a correr tanto que tuvieron quealargar la publicidad, para que durase un poco más.
-¡Lo ignoraba!
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«Claro que soy feliz. ¿Qué cree esa muchacha? ¿Qué no lo soy?»
-¡Feliz! ¡Menuda tontería!
-¿Es usted feliz?
mildred!
Como las universidades producíanmás corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez deprofesores, críticos, sabios, y creadores, la palabra «intelectual», claro está, seconvirtió en el insulto que merecía ser.
-A la gente de color no le gusta El pequeño Sambo. A quemarlo. La gente blancase siente incómoda con La cabaña del tío Tom. A quemarlo.-Olvidémoslos.Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio.