¡Si fueras mi amiga no me hubieses dado una comida para intoxicarme!
Ohhh...
Blargh
Entonces, la gata se dio cuenta que la pequeña hámster le había dado maíz, así que se sentó y le gritó preguntándole si ella lo había hecho. La roedora estaba atemorizada por el tono de voz de la bestia, y se asustó aún más cuando vio a sus ojos brillar, por eso tartamudeó diciendo que no le había dado el maíz.
Creo que mejor me voy...
¡Oh mi barriguita!
*pantpant
*sniffsniff
La felina no le creyó para nada lo que le había dicho, así que la alzó y comenzó a lamerla, a lo que la hámster blanca comenzó a suplicarle recordándole que eran amigas; sin embargo, la gatita estaba muy furiosa, le dijo que ya no eran amigas y comenzó a dirigir a roedora adentro de su hocico, la pequeña le repitió que no le había dado el maíz, pero fue interrumpida por el rugido del estómago de la fiera. La gata se quedó inmóvil porque sabía lo que iba a pasar.
*sob sob
Meeeeoooow
Aquí no me encontrará, porque no podrá olfatearme
Ella estará bien...
Suena algo triste...
Otra vez me siento mal...
Así, la gata soltó a la roedora, la cual cayó en el suelo de espaldas haciéndose un poco de daño. Al instante, la felina se paró en cuatro patas y escuchó otro rugido de su estómago. Cuando el sonido de su barriga se detuvo ella comenzó a vomitar todo lo que había dentro de su pancita. Estuvo así durante unos segundos mientras la hámster se quejaba del dolor en su espalda sin saber lo que estaba pasando.
Incluso la hice llorar...
Meeeeoooow
Cuando su vientre se había vaciado, la gata cayó de espaldas dando una media vuelta para no golpear su dolida pancita y comenzó a lloriquear mientras jadeaba de cansancio. Mientras tanto, la pequeña hámster vio lo que había ocurrido, y pensando en lo que le pasaría si se quedaba decidió buscar un escondite para evitar a su amiga.
Al final se escondió en un florero pues recordó que la gata le había dicho que encontraba a sus presas con el olfato. Se quedó allí unos minutos hasta que escuchó un maullido de dolor seguido de varios sollozos, la roedora trató de pensar que la gatita morada estaría bien pero un segundo maullido la hizo cambiar de opinión.
Meeeeoooow
Por ello, la pequeña salió de su escondite y regresó al cuarto, cuando entró vio a la gata echada de panza llorando mucho por lo que se sintió peor. Así que se acercó muy despacio hacia la fiera mientras esta soltaba otro maullido sin notar su presencia.