Cuando Apolo mató a un Pitón, se volvió terriblemente orgulloso...
Soy el mejor arquero del mundo.
Un día, se cruzó en uno de los bosques de Tesalía con el pequeño Eros, el Dios del amor.
¿Mariposas?.¡Eres muy gracioso, Apolo, pero deberías saber que mis flechas han enloquecido de amor a hombres y dioses. Dime ,Apolo, ¿podrías enloquecer tú a alguien con tus flechas?¿O lograr que un hombre saltara de alegría?¿O que se arrojara al mar por pura desesperación?
¡Es el arma más tonta que he visto en mi vida! ¿Para qué la usas, para matar mariposas?
¡Menuda hazaña! Déjate de palabrería, muchacho, y apártate de mi camino, que tengo prisa.
El pequeño Eros enrojeció de rabia. Echó a volar para quitarse de enmedio, pero, desde el cielo, le lanzó a Apolo una severa advertencia.
¡Recordarás toda tu vida este momento!¡Juro por el padre de Zeus que tendrás tu merecido!.
Eros cumplió su amenaza. Para vengarse de Apolo, se valió del arma que mejor conocía: el amor. Aquel mismo día, lanzó dos flechas desde el aire: una de oro y otra de hierro. La de oro tenía punta de diamante y servía para enamorar a la gente, mientras que la de hierro estaba rematada con una punta de plomo y provocaba un rechazo absoluto al amor. Eros lanzó la flecha de oro contra el corazón de Apolo, y disparó la de hierro contra el pecho de Dafne, una de las ninfas más hermosas de Tesalía.