La Noche Boca Arriba: El Sueño
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- El Accidente
- FARMACIA
- ¡Pare, pare ya!
- El Rescate
- Le aseguramos que usted y la mujer están seguros.
- FARMACIA
- La Operación
- Comenzaremos pronto
- Por las calles bajo el sol brillante andaba el extraño al motocicleta, apurándose y casi volando en la brisa de la tarde. Creía que iba a llegar tarde a cualquier cita que tuviera, pero le alivió ver el tiempo en una joyería cercana: “8:50.” Las calles eran una mirada pintoresca, enmarcadas por tantos árboles y setos como tenía una selva densa. De repente el hombre fue arrancado de su trascendencia cuando vio una mujer a la izquierda de la calzada. Poco a poco, metro por metro, se acercaba a la mujer, tratando de frenar y evitarla pero fue inútil; en un instante los dos chocaron y él se desmayó.
- La Fiebre
- Tranquílese...
- Se abrió los ojos y ahí estaban cuatro chicos quienes lo sacaron del sitio del accidente y lo llevaron boca arriba a una farmacia cerca de la esquina. Le dijeron que la mujer estaba bien y esto lo calmó. Mientras lo ayudaban, él sentía un dolor en las rodillas y uno más intenso en el brazo derecho, tan intenso que tuvo que gritar por el dolor insoportable. Las voces de sus salvadores tenían un aspecto extraño, como si no pertenecieran a sus caras. Después de una estancia breve en la farmacia, la ambulancia vino para recogerlo y subirlo a una camilla. Aunque no le dolía el brazo tanto, se dio cuenta de que sangre goteaba de una herida en su ceja, pero no importaba y la ambulancia empezó el viaje para el hospital.
- El Hueco
-
- Al llegar, tendido en la camilla, el olor del hospital lo atacó y lo sofocó pero seguía adelante, rellenando formularios y cambiándose en una camisa grisácea. Primero, lo llevaron a la sala de radio donde tomaron radiografías para ver lo que pasó con él en el choque. La placa de la radio estaba húmeda, como una lápida negra que se paraba sobre el pecho. Entonces, fue a la sala de operaciones donde se encontró con un médico asombroso de blanco. En su mano, él agarraba una hoja brillante bajo las luces del quirófano. Sin decir más, él médico se le acercó y el hombre se desmayaba poco a poco.
- El Último Esfuerzo
- El hombre se despertó lentamente a las voces de otro enfermo y un médico joven. Se dio cuenta de que su brazo estaba enyesado y conectado a un aparato de poleas y pesas que colgaba hacia arriba. Aunque sintió una sensación de sed, extraña porque sintió como si hubiera corrido millas, y fiebre, no le importaba tanto y se alegraba de que estuviera despierto. El médico se le acercó para ponerle una aguja en el muslo que conectaba a un tubo que alcanzaba un frasco. Después, sintió que la fiebre lo arrastraba por un estado de claridad y atención a las cosas, como una película aburrida a través de binoculares. Luego, llegaron una taza de caldo y un pedazo de pan que él disfrutaba mientras le dolía la ceja en punzadas calientes y breves hasta que se abandonó boca arriba en la cama.
- ¿Está bien? Cálmese, cálmese.
- Despierto otra vez, el otro enfermo le aseguró que todo estaba bien y el hombre vio una luz violeta en la lámpara de la pared que sirvió como un ojo protector, su único protector en este lugar extraño. Tomó agua de la botella en la mesa al lado de la cama, tratando de calmarse y pensar del accidente, pero solo había un hueco en su memoria. Un hueco, ¿cómo que un hueco? Era un espacio con nada, no lo pudo rellenar, no pudo ver nada sobre lo que pasó entre el accidente y el rescate. ¿Qué podría existir allí en esa nada? Esperaba preguntar al médico, pero el sueño lo había superado antes de que intentara abrirse la boca, y podía ver la luz violeta disminuyendo por el rabillo del ojo.
- ¿Qué me está pasando?
- Todo va a estar bien. Es la fiebre.
- Salió del sueño de repente, tal vez hubiera gritado pero nadie se despertó y todo seguía igual. Miró por su alrededor y sus ojos aterrizaron en la mirada de la botella de agua que se paraba en la mesa de noche, con un aspecto translúcido. Cuando el hombre quiso alcanzar la botella, algo muy inquietante sucedió. No lo pudo agarrar. Con el último esfuerzo, todo el esfuerzo que pudo ejercer, trataba de agarrar la botella y quedarse despierto pero no sirvió. Hiciera lo que hiciera, su mano se deslizó a través de la botella, y todo desvaneció a nada.
- El agua ... el agua ...
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