J. Ginés de Sepúlveda y Bartolomé De Las Casas comienzan una acalorada discusión, sobre el destino de lo pobladores americanos. Estos ya dudando del accionar de los europeos, escuchan atentamente mientras trabajan la tierra.
¡¿Cómo dices eso?! Tienen derechos, igual que nosotros.
¡¿Qué derechos?! Míralos, son como animales, hay que civilizarlos.
La discusión se torna cada vez más hostil.
¡No! Debemos respetarlos, ofrecerles la religión.
¿Qué tramarán hacer con nosotros? Tenemos que ocultarnos o defendernos.
Sepúlveda, ellos tienen su cultura y formas de organiza- ción propias.
Se suma a ella, Hernán Cortez, quien tenía otra estrategia para dominar a esos seres, a los que consideraban incultos, y a los que casi ni debía catalogárselos como humanos.
Pensábamos que eran dioses y solo son inhumanos.
Necesitamos sus tierras, oro y plata y ellos solo son una complicación.
No es necesario matarlos, son muy fáciles de engañar y así podrán dominarlos y aprovecharse de ellos y sus bienes..
Pero no podemos solo exterminarlos.
Sermón de Antonio de Montesinos en Misa de Santo Domingo.
¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos?
El engaño no es guerra.
Mmm... Pero ellos no son como nosotros. Son inferiores en todo
Vamos a por ellos, tomemos lo que es nuestro por derecho y superioridad.