Unknown Story
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- Mi abuelo Silvio en su infancia era un niño educado, travieso y muy extrovertido, se la pasaba jugando con sus hermanos, así que la diversión nunca faltaba. Cerca de la casa de sus padres había un estero grande, donde se escabullían para ir a jugar y poder divertiste.
- Sus hermanos fueron a seguir jugando, hasta que después de una media hora vieron que Silvio ya había pescado tres peces grandes, fue tanto su asombro que decidieron crearse sus propias cañas de pescar,.
- Esto es tan tranquilo.
- Cuando llegaron el primero en recibirlos fue su padre, estaba enojado y preocupado ya que no sabía dónde estaban.
- Fuimos al estero a pescar y trajimos todos estos peces para la merienda
- ¿Se puede saber dónde se metieron toda la tarde? Su madre estaba muy preocupada por ustedes.
- Hijitos qué bueno que tan bien, me tenían muy preocupada.
- Un día mientras iban al estero Silvio se quedó parado y vio con tanto asombro todas las maravillas de la naturaleza que lo rodeaban, regresó a ver el rio y vio todos los peces que pasaban nadando, así que arranco una rama de un árbol y le amarro un nailon que tenía en el bolsillo de su pantalón, excavo en la tierra encontrando muchas lombrices, atando unas cuantas al nailon que estaba en la rama, creando así su primera caña de pescar.
- Mi abuelo Silvio era un pescador conocido por los habitantes de la zona, ya que siempre que iba pescaba mínimo tres peces, y nadie sabía el secreto de su constancia ni el motivo por el que los peces acudían más a su cebo que al de los demás.
- Parece que hoy va a ver una buena pesca.
- Cuando ya las tenías hechas fueron a coger lombrices y saltamontes que se encontraban por la hierba, teniendo todo listo se dirigieron al lugar donde se encontraba mi abuelo Silvio, se pusieron a su costado y comenzaron a pescar junto a él. Después de unas cuantas bromas, risas e intentos fallidos ya tenían unos diez pescados, se dirigieron a su casa todos felices y contentos por su gran pesca.
- A la semana siguiente el nuevo pescador decidió volver al rio a pescar, está vez sin su hija. Pasó cinco horas y el pescador que no había pescado nada, vio como Silvio empezaba a pescar peces sin parar. Hasta vio que metía ocho peces en su cesto. El pescador decidió, se levantó y fue a hablar con él.
- Disculpe señor, pero... ¿Por qué me pregunta si tengo algún secreto? Muchos pescadores han pasado por aquí antes y todos han venido a preguntarme los mismo, ya que quieren pescar más rápido.
- Perdone que le moleste señor. He visto que ha pescado muchos peces. ¿Cuál es su secreto?
- Años después…
-
- Mi querido amigo, no es paciencia lo que tengo, es La carnada que uso. He venido a este río a pescar todos los fines de semana, a veces vengo con mi hijo mayor, y algo que hago antes de empezar es buscar lombrices, trato de encontrar la mayor cantidad de lombrices, las guardo en este frasco y sirven de carnada, a los peces les encanta y por eso obtengo más peces-
- Un buen día un pescador nuevo en la zona fue al rio con su hija a pescar y se sentaron en piedras que estaban cerca de Silvio. Llevaban una hora entera y no habían pescado nada. La niña se aburría y no paraba de moverse pidiéndole al padre que se fueran. Estuvieron unas dos horas más y al poco tiempo el pescador decidió irse, pero no sin antes mirar con admiración a mi abuelo Silvio ya que llevaba más de siete horas sentado sin moverse y sin hablar con nadie y aunque tampoco había pescado nada, pero no parecía que fuera a irse pronto.
-
- Le prometo que no le pregunto para pescar más rápido, lo que me pregunto es de donde saca toda esa paciencia para pescar.
- Se despidió el hombre y se marchó dejando a Silvio solo mientras pescaba.
- Gracias por contarme su secreto señor, la próxima vez voy a recoger lombrices mejor, nos vemos
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