Han llamado a la puerta y Celestina se dispone a abrir.
Somos Pármeno y Sempronio, ábrenos que venimos a almorzar contigo.
Somos tus hijos, abre.
¿Quién llama?
No tengo hijos que anden por la calle a estas horas.
Pármeno y Sempronio reclaman a Celestina su parte.
¿Nos ha dado, Sempronio? ¡Estás en tus sesos! ¡Que tiene que ver lo que a ti quiera date tu amo, con lo que yo me he ganado con mi trabajo!
Calisto nos dio primero las cien dublas, luego nos ha dado la cadena. No lo perdamos todo por querer más de la cuenta. Quien mucho abarca poco suele apretar.
A otros con tus halagos, vieja alcahueta.
Soy una vieja como dios me hizo y no sueñes en contratarme más. No seré tu esclava, porque sepas mi secreto.
Bien sé que no queréis lo que pedís. Pensando estáis que voy a tener toda la vida atados y cautivos con Areúsa y Elicia, ¡buscaos a otras! Ahora que nos conocemos os llegarán otras diez.
No me hinches las narices recodándome eso o te mando con ella.
No me hagáis salir de mis cabales. No queréis que saque a relucir todo lo de Calisto y lo vuestro.
Pármeno y Sempronio están decididos a matar a Celestina.
Yo te enviaré al infierno
Tenle Sempronio, no la mates está desvariando.
Justicia, justicia.
Cumple lo que prometiste o cumplirás hoy tu último día
Pármeno y Sempronio matan a Celestina y se van por la escalera.