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  • LA CARTA
  • .......
  • Querido Lupe:Como te habrás enterado por los periódicos, gané las elecciones por una mayoría aplastante.Creo que esto es uno de los grandes triunfos de la Revolución. Como quien dice, estoy otra vezen el candelero. Vente a México lo más pronto que puedas para que platiquemos. Quiero que te encargues de mi Secretaría Particular.Marcos González, General de Div.
  • DESPIDO
  • me desprendí inmediatamente de los brazos de mi señora esposa, dijeadiós a la prole, dejé la paz hogareña y me dirigí al Casino a festejar.No vaya a pensarse que el mejoramiento de mi posición era el motivo de mi alegría (aunquehay que admitir que de Comandante del 45° Regimiento a Secretario de la Presidencia hay unbuen paso), pues siempre me he distinguido por mi desinterés.
  • ENCUENTRO
  • Yo no acostumbro a leer, sin embargo, cuando viajo, hojeo el periódico. En ésas estaba,cuando entró en el vagón, con sombrero tejano y fumando un puro, muy quitado de la pena, comosi nadie lo hubiera corrido del país, el general Macedonio Gálvez. Cuando me vio, se hizo eldisimulado y quiso pasar de largo, pero yo lo detuve y le dije:—¿Adónde vas Mace? ¿Ya no te acuerdas de mí? —Le digo de tú, porque hemos sidocompañeros de armas.
  • SALUDO
  • Él me contestó, como si no me hubiera visto antes:—Claro, Lupe
  • CHARLA
  • También me contó la historia del hermano que está alas puertas de la muerte, que es la que cuentan todos los que regresan a México sin permiso.Luego, me pidió que no le dijera a nadie que lo había visto, porque pretendía viajar de incógnito,y yo le contesté airadamente que me insultaba pidiéndome tal cosa, puesto que siempre me hedistinguido por mi carácter bonachón, mi lealtad para con mis amigos, y mi generosidad hacia laspersonas que están en desgracia.
  • EN EL WATER
  • Me levanté demi asiento, puse la fornitura con la pistola en la canastilla, sobre ella el periódico, me abroché lachaqueta, y salimos juntos en dirección del carro-comedor.Tomamos unas copas y luego pedimos una abundante comida. (Yo nada le había dicho de minombramiento, ya que no me gusta andar fanfarroneando, pues a veces las cosas se desbaratan,como sucedió en aquella ocasión.) Pero sigo adelante: Cuando estábamos comiendo, el tren sedetuvo en la estación X, que es un pueblo grande, y cuando andaban gritando, Vámonos,Macedonio se levantó del asiento y dijo que iba al water, salió del carro-comedor, y yo seguícomiendo; arrancó el tren, y yo seguí comiendo; acabé de comer y Macedonio no regresaba; y8pedí un cognac, y no regresaba; y pagué la cuenta y no regresó; caminé hasta mi vagón y al llegara mi lugar noté. . . ¡claro! Ustedes ya se habrán dado cuenta qué fue lo que noté, porque senecesita ser un tarugo como yo para no imaginárselo: que en vez de ir al water, Macedonio habíavenido por mi pistola y se había bajado del tren cuando estaba parado.
  • Abusando de esta aclaración, apenas acababa de hacerla yo,cuando me pidió trescientos pesos. Me negué a dárselos. No porque no los tuviera, sino porqueuna cosa es una cosa, y otra cosa es otra. En cambio, lo invite a comer, y él aceptó.
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