La señora Prudencia Linero, una mujer de 72 años recién enviudada, llegó finalmente al puerto de Nápoles, Italia, luego de dejar a sus hijos en Riohacha para ser confesados por el Papa. Escuchó un grito y cuando fue a ver de qué se trataba el alboroto, vio a un hombre ahogado en el mar. Ella y algunos de los otros pasajeros estaban aterrorizados, pero el oficial del barco les aseguró que eso era normal.
¡MAMMA MÍA!¡Un ahogado!
Eso es normal en verano, seguro se cayó cuando estaba en una boda.
Después de que escapó el caos que se produjo cuando los pasajeros desembarcaron del barco, la señora Linero espero al cónsul, pero el nunca llego. Después de un tiempo, un oficial le informó que tenía que irse y la mandó en un taxi anticuado y poco atractivo. Viajaron por la ciudad, hasta que el chofer se detuvo en el hotel menos vistosa de la cuadra, asegurandole que era el mejor.
Este es el hotel más bonito de Nápoles.
Pero este es el único que tiene comedor, Signora.
Había nueve pisos en el edificio, y cada uno contenía un hotel diferente. Un maletero tomó su equipaje y la acompañó al tercer piso, a ella le empezó a gustar cuando vio a un adolescente que le recordaba a su nieto. Sin embargo, cuando vio a 17 ingleses durmiendo con pantalones cortos, sandalias, y con las rodillas rosadas como cerdos, se le encogió el corazón. Se fueron al quinto piso dado a su incomodidad.
No quiero estar aquí.
No importa. No estoy comoda aqui.
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