En este fragmento San Agustín se cuestiona a sí mismo, quiere entender el por qué de sus acciones, se encuentra indignado, se pregunta por qué sigue cayendo en las tentaciones, se siente sólo aunque esté acompañado.
Pero ¿de dónde nacía este monstruo? ¿Y por qué así? Manda el alma al cuerpo y le obedece al punto; se manda el alma a sí misma y se resiste.
En su reflexión San Agustín se siente culpable y Alipio lo acompaña, pero su compañía no es suficiente para restarle a ese sentimiento de soledad y angustia de Agustín.
Manda el alma que quiera el alma, y no siendo cosa distinta de sí, no la obedece, sin embargo. ¿De dónde este monstruo? ¿Y por qué así?
San Agustín entra en un proceso de entendimiento de sus ideas, las ordena y llega a una conclusión, profundiza sobre el origen del pecado y la ley natural: se encuentra en el corazón humano y que no es otra cosa que la ley divina entregada al hombre. Poder elegir entre dos voluntades
No hay, por tanto, monstruosidad en querer en parte y en parte no querer, sino cierta enfermedad del alma; porque elevada por la verdad, no se levanta toda ella, oprimida por el peso de la costumbre. Hay, pues, en ella dos voluntades, porque, no siendo una de ellas total, tiene la otra lo que falta a ésta.
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