Había una vez, un príncipe que antes de morir era muy feliz, vivía en un palacio rodeado de riquezas y nunca se dio cuenta de lo que pasaba afuera su casa y tampoco le importaba.
Cuando murió lo convirtieron en una estatua de oro, y lo colocaron en la parte alta del pueblo, desde donde podía ver todo lo que sucedía, y se dio cuenta de toda la pobreza y las necesidades que la gente sufría.
La golondrina al ver que el príncipe había entregado sus ojos para ayudar a los demás, decidió quedarse para ver lo que ya el no podría, aún sabiendo que podría morir por el intenso frío.
Un día, una golondrina qué pasó por el pueblo, se posó en los pies de la estatua de oro a descansar. Cuando casi estaba dormida sintió unas gotas que caían como lluvia. Muy intrigada fue y se posó sobre el hombro del príncipe feliz y se dióocuenta de que sus hermosos ojos de esmeralda estaban llorando.
¿Qué te pasa príncipe, porque lloras?
Estoy muy triste porque veo mucha necesidad en Mi Pueblo. Estoy recubierto de oro y piedras preciosas, quisiera poder ayudar a todos, pero necesito que tú me ayudes a mi para poder hacer algo por ellos.
El príncipe le pidió a la golondrina que llevara a una madre con su hijo enfermo un rubí que tenía en su espada. Luego le pidió que llevara una de las esmeraldas de sus ojos y luego la otra.
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