El semáforo se tornó verde, se escuchó el zumbido de los autos pasar por la carretera. El sonido de unas monedas cayendo en la lata hueca hizo que levantara la mirada y volviera a la realidad. Mis ojos se encontraron con los de un hombre que aparentaba ser rico. Poco a poco me fui acercando a él, le dije:
Muchísimas gracias por éste regalo.
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Le estreché la mano en forma de agradecimiento, mientras discretamente le quitaba el reloj de alta gama que colgaba de su muñeca. Rápidamente me escabullí camino a lo que yo llamaba hogar. Vivía en una humilde choza creada por mi a base de láminas y demás objetos que encontraba a las afueras de la ciudad. Miré con atención mi nuevo reloj y sonreí al ver mi reflejo en la tapa de cristal; debía valer mucho.
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Luego me dirigí a un local donde podría vender el reloj. Era una especie de mercado negro en el que cualquier clase de objetos podrían ser vendidos o comprados a grandes precios.
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El dinero que gané por el reloj hizo que me dirigiera al supermercado para comprar un poco de comida. Pero,en la entrada, me tropecé con una señora embarazada. Todas sus bolsas cayeron al suelo y rápidamente me agaché para “ayudarla”, sigilosamente agarré todo lo que pude y lo escondí entre las telas de mis harapos. Ella me sonrió amablemente y yo le devolví el gesto al tiempo que le devolvía sus cosas. Me fui a mi hogar sin comprar nada, pero con la comida robada.
Muchas gracias jovencita, aprecio tu ayuda.
No hay problema, en parte fue mi culpa.
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En el camino me encontré con un policía
¡Hey niña! Vi lo sucedido, eres una ladronzuela.
Em…Señor, todo esto fue un malentendido, no he robado nada.
Te he estado siguiendo desde el local donde vendiste ese reloj también robado.
¿Qué? Pero señor solo soy una pobre niña que apenas tiene para mantener a sus hermanos.
Eso no fue lo que vi, vendrás conmigo a la comisaría.