Esta noche se huelga el Rey, pasándola desvelado en un banquete, con gran voceria y trapieses. de embriaguez y a cada copa del Rhin que bebe, los timbales y trompetas anuncian con estrépito sus victoriosos brindis.
No las eh oído. Pues en tal caso ya esta cerca el tiempo en el que el muerto suele pasearse. Pero, ¿Qué significa este ruido, señor?
Sí, se acostumbra; pero aunque he nacido en este país y estoy hecho a sus estilos, me parece que sería más decoroso quebrantar esta costumbre que seguirla. Un exceso tal que embrutece el entendimiento nos infama a los ojos de las otras naciones. Nos llaman ebrios; manchan nuestro nombre con este dictado afrentoso y en verdad que él solo, por más que poseamos en alto grado otras buenas cualidades, basta a empañar el lustre de nuestra reputación. Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son culpables, sea cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte demasiado de las costumbres recibidas llevando estos hombres consigo el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el acaso
¿Se acostumbra eso aquí?
- ¡Ángeles y ministros de piedad, defendednos! Ya seas alma dichosa o condenada visión, traigas contigo aura celestial o ardores del infierno, sea malvada o benéfica intención la tuya en tal forma te me presentas, que es necesario que yo te hable. Sí, te he de hablar... Hamlet, mi Rey, mi Padre, Soberano de Dinamarca... ¡Oh, respóndeme, no me atormentes con la duda! Dime, ¿por qué tus venerables huesos, ya sepultados, han roto su vestidura fúnebre? ,
¿Veis? Señor, ya viene
Os hace señas de que le sigáis, como si deseara comunicaros algo a solas.
Ved con qué expresivo ademán os indica que le acompañéis a lugar más remoto; pero no hay que ir con él